martes, 28 de julio de 2009

Me peleé con mis manos para no escribirte, le dejé de hablar a mi corazón hasta que te olvidara. Les ordené a mis pies que siguieran caminando. Cubrí mis ojos para que no lloraran, tapé mis oídos para no escucharte. Conversé con Dios rogándole que te borre de mi piel. Le pedí de rodillas que me enviase otra persona. Tuve una intensa charla con el silencio, me explicó tantas cosas que con palabras nunca llegué a entender. Tú tenías a otra, precisamente a ella, que tanto te podía entender, que caminaba junto a ti, y yo caminaba sola. Pero tanto era el amor que te tenía, que simplemente te deseaba felicidad, felicidad al extremo, felicidad con locura. Te amé tanto que vi, mi mundo derrumbarse el día de tu partida y te mostré una sonrisa ofreciéndote mi amistad sincera. Te amé tanto que te esperaría la vida entera si decidieses regresar. Te amé tanto que perdonaba tu impaciencia, tu falta de amor, tu rechazo. Te amé tanto que me convertí en una masoquista con tal de tenerte cerca. Te amé tanto que fingí estar bien para que nunca te sintieses culpable. Te amé como se puede amar la primera vez, cuando descubres el mundo y las formas de expresarse son diferentes a las que te habían enseñado antes. Te amé como se puede amar por última vez, cuando crees que será para siempre. Amé tu risa, tu gentileza, tu nobleza de corazón. Amé tu espíritu guerrero y tus temores de niño. Amé tus deseos y tus debilidades .Amé tus caídas y tus levantadas. Me dices que eso no es amor, desde cuándo le cambiaste el significado, dime ¿desde cuándo?

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